domingo, 30 de octubre de 2011

La Paliza

Yacía en el suelo agazapado, ensangrentado, apaleado. Mi boca no dejaba de sangrar, las muelas, descolocadas, las iba escupiendo junto con terrones de roja tierra. Apenas podía ver. Esos tipos me reventaron a ostias, suerte que no usaron ningún filo ¿o si? Tenía tantas dolencias que no era capaz de diferenciar un corte o punzada entre todos los dolores que se acomodaban en mi cuerpo. Me arrastre hasta el río, a la orilla del camino, limpie mis heridas, me enjuague la boca, pero seguí sangrando, parece que no perdía mas sangre que por la boca y nariz, eso es bueno, bebí agua y caí presa del cansancio.